Siete razones por las que las Salinas Grandes son unas de las Siete Maravillas Naturales de Argentina

Seguramente hay más de siete, porque los atisbos mágicos que alcanza este imperdible argentino no tienen límites. El blanco es protagonista y la experiencia solo mejora al caminar por un manto interminable en el noroeste. Estas son las razones por las cuales las Salinas Grandes están en el top 7 de Maravillas Naturales del país.

En una región en donde los colores vibrantes del arcoíris captan la atención de millones de turistas, encontrarse con un horizonte de infinito blanco es una novedad que marida a la perfección con la catarata de estímulos que se reciben en el norte argentino. De rojos, amarillos, verdes y rosados protagónicos en montañas elevadas, la colorimetría da un giro de 360 grados para volver a las bases: el impoluto y puro níveo. Así son las Salinas Grandes, un manto de 525 km2 repletos de sal únicamente interrumpidos por caminos de agua turquesa y el intenso celeste del firmamento. 


Se lee como si fuese un sueño y lo es: pocas cosas le compiten a este imperdible argentino. Caminar sobre una capa de sal que mide hasta medio metro de espesor se transforma en la actividad favorita del viajero de turno. ¿La mejor época para ir? Durante el verano local, desde diciembre hasta marzo, debido a las amplias probabilidades de lluvia, lo cual es sinónimo de charcos de agua turquesa decorando la foto típica.

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En el año 2019 el voto popular consagró a siete paisajes celestes y blancos como maravillas naturales. El Glaciar Perito Moreno, en Santa Cruz. El Parque Nacional Talampaya, en La Rioja. La Selva Misionera, en la provincia de Misiones. El Río Mina Clavero, en las sierras cordobesas. El Parque Nacional Nahuel Huapi en Neuquén y Río Negro. Bañado la Estrella, en Formosa. Y las imponentes Salinas Grandes, entre Jujuy y Salta. Todas panorámicas que erizan la piel y merecían su lugar en el reconocimiento paisajístico. Entonces, ¿por qué las Salinas entran en el ranking? Muy sencillo:



1) Porque son el cuarto salar más grande de Sudamérica


Un dato de vital importancia para seguir entendiendo la magnitud de este gigante natural. El trofeo del podio se lo lleva el Salar de Uyuni, en Bolivia, con una superficie de 10.582 kilómetros cuadrados sobre el Altiplano. Pero este desierto de sal entre las provincias de Jujuy y Salta no tiene nada que envidiarle al territorio vecino: sus rincones entre ojos de agua y caminatas por la alfombra blanca trasladan al visitante a otro planeta. 


El ítem infalible para disfrutar del espectáculo al 100% son unas buenas gafas de sol para protegerse de los rayos y el reflejo que se genera sobre el piso. El resto es historia: disfrutar de los kilómetros que regala esta maravilla natural. 

2) Porque fueron originadas hace aproximadamente 10 millones de años


Hoy es una planicie nívea que luce su cara más bonita en el verano. Pero hace 10 millones de años, las Salinas Grandes se escondían en un terreno volcánico. Las placas tectónicas del continente chocaron con el Pacífico y, de esta forma, se creó la cuenca endorreica entre montañas. Los volcanes erupcionaban y el agua salada bajaba como un río hasta depositarse en la cuenca. Con el correr de los años, esas aguas se evaporaron y así surgió la salina como se la conoce al día de la fecha. En el fondo, esta maravilla natural supo ser una laguna de fondo pantanoso, poblada de fauna y flora acuática. En la actualidad es, ni más ni menos, que uno de los destinos más elegidos para hacer turismo en el país. 

3) Porque están a 3450 metros sobre el nivel del mar


El camino hasta el ingreso es conmovedor y da la primera pauta básica: la altura va aumentando segundo a segundo. Y no es lo único que incrementa, porque la adrenalina y la ansiedad por descubrir la postal típica acompañan. Lo cierto es que las Salinas Grandes alcanzan los 3450 metros sobre el nivel del mar, con lo cual la recomendación para su visita es caminar despacio, ir parando en caso de ser necesario e ingerir una buena cantidad de agua de forma regular para mantenerse hidratado. Además, la altura y ubicación estratégica también permite avistar a lo lejos el famoso Nevado de Chañi, el cerro más alto de los Andes jujeños (en su pico más alto llega a los 5896 metros sobre el nivel del mar). Si la travesía se inicia en la temporada de precipitaciones, la fotografía digna de un premio se consigue viendo el reflejo del cerro sobre los ojos de agua que se forman. 

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4) Porque la ruta que se atraviesa para visitarlas es dueña de paisajes increíbles


Es de público conocimiento que los encantos norteños despliegan sus hechizos entre panorámicas sacadas de un cuento. Montañas coloridas van trazando el camino perfecto para conocer una región única en Argentina. Quizás por las típicas construcciones que se encuentran en los pueblos de la zona,. O por los imponentes colores que emana el Hornocal. O incluso por la mística que se aloja en Purmamarca. Pero todo llega al mismo resultado: paisajes de película en tonos rojizos y una calidez que se vive como en pocos lugares en el mundo. Con esta escenografía no es casualidad que el acceso a las Salinas Grandes sea un motivo de visita en sí mismo. La Ruta Nacional 52 parte de Purmamarca, atraviesa la Cuesta de Lipán y llega hasta el salar. Lo importante es preparar la memoria del celular, porque retratos sobran.

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5) Porque aloja una experiencia de glamping inolvidable 


Una invitación difícil de rechazar. La cita es en plena planicie de sal con las estrellas y el cielo oscuro como testigos. Dormir en las Salinas Grandes es posible gracias a la experiencia de camping de lujo que propone Pristine Camps. Un cuidado especial por la naturaleza y el medio ambiente, responsabilidad social, gastronomía comprometida con comunidades locales y el avistaje de uno de los cielos más diáfanos que se descubren en el país del Fin del Mundo. Los domos se emplazan en el corazón de esta maravilla natural y acercan la vivencia de dormir entre naturaleza a cualquier aficionado de este tipo de alojamientos. 

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6) Porque también pueden recorrerse en bicicleta y cerca de comunidades locales


La visita clásica consiste en caminar por el salar, fotografiar su inmensidad y detalles y emprender ruta nuevamente. Pero la propuesta se redobla si el periplo se emprende de la mano de guías turísticos de la zona. Las oportunidades se multiplican y la experiencia mejora con paseos en bicicleta, trekkings, picnics a base de productos regionales y visitas a las comunidades de la zona y los sitios de extracción artesanal de sal. Una alternativa para quienes estén dispuestos a adentrarse en el mundo blanquecino que habilita este tesoro argentino.

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7) Porque esconden un ritual de trueque milenario


En los tiempos prehispánicos la funcionalidad de las Salinas Grandes era muy clara: se explotaban para el autoconsumo o para el trueque comercial. El proceso consistía en llevar la sal cargada primero en llamas y más tarde en burros para intercambiar o vender en distintos lugares. Hoy continúa esa explotación de la forma tradicional. 

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